Hace unos 70000 años los homo sapiens
comenzaron a formar estructuras complejas como lo son las diferentes
culturas. Para llevar a adelante el desarrollo de éstas, los homo
sapiens atravesaron algunas revoluciones, la revolución cognitiva,
hace 70000 años, la revolución agrícola, hace 12000 años, la
reciente revolución científica hace unos 500 años y podríamos
mencionar la revolución industrial hace unos 264 años
aproximadamente.
Antes de la revolución cognitiva, los
humanos prehistóricos eran animales insignificantes. Quizá por la
comparación en cuanto a la especificidad de otros seres vivos, los
humanos no estaban desarrollando características adaptativas que
llamaran la atención o sobresalieran del resto. Este puede ser el
motivo por el cual durante mucho tiempo se tuviera a los humanos al
margen del reino animal. De hecho, hoy en la actualidad, hay personas
que no conciben al ser humano entre los demás animales. Quizá el
más llamativo sea el motivo creacionista.
Sin embargo, en la biología actual es
necesario poder ubicar a los seres humanos en el reino animal. En el
cual aparecemos en el final, dentro del grupo de los mamíferos
euterios, ya que las hembras humanas poseen útero en el cual tiene
lugar el desarrollo de los nuevos individuos de la población.
La
clasificación de nuestra especie es muy detallada y podemos apreciar
que no estamos al margen sino relacionados con el resto de los
animales y más adelante, de los primates que conocemos en la
actualidad. Desde ya, el tiempo evolutivo entre el último ancestro
común y el siguiente chimpancé se mide en aproximadamente 2
millones de años. Esta visión de nuestra especie no descarta la
posibilidad de haber sido creados por Dios (Visión Teocéntrica),
pero si obliga a los más conservadores a releer algunos pasajes que
no debieron tomarse tan literales, sino más bien como explicaciones
para seres humanos que entendían en esos términos.
Toda
esta visión de los seres humanos, insertos en el camino de la
evolución, como los demás seres vivos, nos lleva a pensar que en el
futuro podrían existir otros humanos que no sean sapiens, es decir,
de nuestra especie. Esto nos mete en un camino vertiginoso, ya que en
la misma época convivieron diferentes humanos: Homo
neanderthalensis, Homo erectus (humanos que convivieron 2 millones de
años), lo que nos hace pensar en las posibilidades de sobrevivir
1000 años más. También estuvieron los Homo soloensis, los Homo
floresciensis, los Homo denisova, rudolfensis, ergaster y, finalmente
nosotros, los Homo sapiens. Todos éramos humanos. Desde hace 2
millones de años hasta hace unos 10000 años aproximadamente varias
especie de humanos convivieron el la Tierra.
Una
de las características y relacionada con la revolución cognitiva es
el tamaño del cerebro, en relación con el de los demás mamíferos.
Por supuesto, que esto, desde el punto de vista evolutivo, no es
gratis. Toda característica nueva está asociada con acciones
nuevas, que acumulan adaptaciones, que en millones de años generan
características nuevas bien definidas en el ADN.
La
posición erguida, el alejamiento de la nariz del suelo, los ojos
frontales y el notable cambio de funciones de las extremidades, hizo
que gran parte de la energía se derivara a las funciones neuronales
de relación. Los seres humanos pasaban a un ambiente que los dejaba
expuesto y que los obligaría a desarrollar habilidades para
protegerse. Un ejemplo claro puede ser el del chimpancé, animal que
puede dañar ferozmente con su musculatura y dentadura, mientras que
los seres humanos pueden idear un plan para contrarrestar esa fuerza.
El
cerebro humano no solo creció en tamaño, sino también en funciones
y conexiones neuronales. Al establecerse en la sabana, quedaron
expuestos y las relaciones entre los individuos debieron crecer en
complejidades. Seguramente hubo roles y tareas y, la mera convivencia
permitió la complejidad cerebral como para entender símbolos,
gestos, ruidos, cada vez más específicos. Esto formó parte de la
presión evolutiva, así como la necesidad de nuevas acciones,
en la que las extremidades fueron protagonistas, al igual que las
manos, sobre todo en la defensa y confección de las primeras
herramientas.

El
homúnculo cortical de Penfield, permite ver con claridad, como las
diferentes regiones de la corteza cerebral se volvieron específicas
para determinadas funciones, pudiéndose distinguir con claridad
cuáles de ellas fueron las primordiales. Sin lugar a dudas, la mano
de los seres humanos son una de las características adaptativas que
permitieron sortear muchas dificultades, aún sin garras, sin
colmillos, o sin pieles capaces de atravesar diferentes climas, cosas
que los seres humanos lograron sin inconvenientes. No obstante, la
evolución no está terminada y queda evidencia de esto en las
tortícolis y recurrentes dolores de espalda.
Por
supuesto que cuestiones como la gestación son complicadas en nuestra
especie. La posición bípeda hizo que a los largo del tiempo
predominara un angostamiento de las caderas, lo cual achicó
considerablemente el canal del parto. La cabeza los bebés, el tiempo
de gestación debieron haber sufrido cambios, teniendo en cuenta la
estrategia reproductiva de nuestra especie, en la que las crías
nacen para depender largo tiempo del cuidado de los progenitores
hasta alcanzar determinada independencia. Esto, nos lleva a pensar
que el siguiente salto evolutivo tuvo que ver con los seres humanos
más capaces de entablar relaciones con otros individuos, adquiriendo
habilidades sociales. Esto es directamente proporcional con la
complejidad cerebral.
El
cerebro humano es ideal para el aprendizaje. El cerebro humano de los
recién nacidos no es un cerebro terminado, sino que debe terminar de
desarrollarse en las manos de los progenitores y tribus o grupos que
rodean a los menores. Quizá este sea el germen de la cultura, que
nos hace diferentes al resto de los seres vivos.
Otra
característica llamativa es que a la hora de comer, los seres
humanos no eran los primeros. Antes de nosotros había tamaño,
colmillos, garras, y grupos numerosos de otros animales “más
preparados hasta es momento”. Aquellos seres humanos, pacientes,
con sus manos desarrolladas y sus primeras herramientas filosas,
lograban llegar a los huesos para extraer las médulas, que era el
único tejido comenstible que quedaba, aunque muy nutritivo. Esto fue
al comienzo, ya que en los últimos 100000 años, el desarrollo
cerebral permitió a los seres humanos contrarrestar el potencial de
otros animales, quedando en la cima de la cadena alimentaria. Una
cuestión ecológica o referente a la dinámica y estructura de los
ecosistemas, hace pensar que el accionar de un tiburón o un león
difícilmente ponga en peligro el equilibrio entre las distintas
especies, mientras que los seres humanos rompieron límites de
coevolución, se convirtieron en presión evolutiva para otras
especies y, al alterar la capacidad de carga, fue responsable de la
extinción de muchas especies hasta la actualidad.
Una
de las herramientas clave fue el fuego. Este permitió iluminar,
incendiar para despejar campos y recolectar semillas, cocinar la
carne, lo que permitió aprovechar más rápido los nutrientes de los
alimentos, reduciendo la masticación y, lo más importante, permitió
obtener energía de manera más rápida mientras que otras especies
tardan muchas horas a días en digerir alimentos crudos. El fuego
hizo que los seres humanos no dependieran de sus fuerzas naturales.
Entonces podían calentarse por las noches, ahuyentar leones, etc.
¿Dónde
quedaron los demás seres humanos? Las explicaciones afirman que por
un lado hubo una mezcla reproductiva, lo cual queda evidenciado en la
presencia de ADN neanderthal en el nuestro, lo que además demuestra
que las distancia específicas no eran tan grandes, ya que si podemos
verlo hoy, significa que hubo una descendencia fértil. La otra
teoría es la de sustitución, es decir, los Homo sapiens tendrían
que haber sido respeonsables de las extinciones de las demás
especies, lo cual no es imposible, ya que cada vez que nuestra
especie pisaba un territorio provocaba numerosas pérdidas en las
demás especies, no obstante, ese 1% a 6% de ADN de neanderthal,
erectus, y denisovano, nos invita a pensar que hubo un pequeño
número de entrecruzamiento. Este número pequeño pudo deberse a los
olores, costumbres de cópula, territorialidad, violencia, genocidio,
competencia por los recursos. Por eso es importante ver en el
principio de uniformitarismo, cuáles son nuestros comportamientos
actuales, ya que éstos pudieron moldear a nuestra especie en el
pasado.
¿Qué
hubiese pasado si las demás especies hubiesen sobrevivido? Quizá
esta sea la razón por la cual ya no están. Eran demasiado parecidas
y familiares como para ignorarlas y demasiado diferentes como para
tolerarlos. ¿Se imaginan cuestiones religiosas, políticas,
culturales, con otras especies, cuando ya en la nuestra son motivo de
enfrentamientos?
Lo
cierto es que cada vez que el Homo sapiens pisaba un territorio, lo
conquistaba y provocaba la extinción de otras especies, sin contar
las innumerables modificaciones del ambiente.
Entonces,
¿cuál fue la clave del éxito de los sapiens? El Homo sapiens
conquistó el mundo, por encima de todo, gracias a su lenguaje
único.